Justo cuando empezó a salir con los amigos y a jugar al fútbol a tope, Adrián cayó enfermo. Su vida se paralizó por culpa de los ingresos en el hospital y el hecho de estar tan parado le hizo empezar a soñar con experimentar emociones más fuertes. ¿Qué mejor que un salto en paracaídas para darle una buena inyección de adrenalina? Se puso el arnés sin pestañear, escuchó las instrucciones para el salto con atención y… ¡se lanzó al vacío sin miedo ninguno! Su cara al aterrizar era la viva imagen de la alegría. Y su monitor, Ariel, se quedó alucinado con su valentía.
Muchísimas gracias a Seaya Ventures por ayudarnos a hacerlo posible y a Saltamo por acompañar a Adrián en esta experiencia inolvidable.