Después de someterse a un trasplante de médula con varias complicaciones que hicieron peligrar su vida, Adam estuvo cuatro meses y medio sin salir del hospital. Durante ese tiempo, fantaseaba con la idea de convertirse algún día en Policía Nacional para ayudar a los demás. Con permiso de sus médicos, le hemos llevado a las instalaciones de la policía en Valencia, donde vivió un día como si fuera un agente más del cuerpo: montó en uno de sus caballos, se movió en una furgoneta de la UIP, donde puso la sirena y habló por el walkie con todas las unidades. Adam volvió a casa lleno de regalos y con la sensación de ser un auténtico agente de la ley.
Muchísimas gracias a Tempe por hacerlo posible, a Luis Moreno por ayudarnos a coordinar el deseo, a Carmen Úbeda por ayudarnos a cumplir el deseo con tanto cariño y a toda la Policía Nacional y Policía de Valencia por su cariño.