Olay siempre ha sido un niño alegre y positivo, pero desde que comenzó su tratamiento, su ánimo había decaído. Su gran deseo era visitar una ciudad que representara fuerza y valentía: Roma, con sus gladiadores, emperadores y calles llenas de historia.
Sabíamos que ese deseo podía ser el empujón que necesitaba, así que, en cuanto fue posible, preparamos una sorpresa inolvidable. Al recibir la noticia, no paraba de sonreír, dijo que quería aprender italiano e hizo un montón de dibujos del Coliseo.
Y por fin llegó el gran día. Recorrió la ciudad como un auténtico guerrero, comió pizza y helado, y cuando estuvo frente al Coliseo, supo que él también era un gladiador. No empuñaba una espada, pero luchaba con el corazón.
Roma no fue solo un viaje, fue un chute de fuerza y alegría.
Muchísimas gracias a Deutschebank por ayudarnos a hacerlo posible.